La reciente muerte de Iván Fandiño, esa verdad que defendemos a través del decir que nuestra Fiesta es de vida y muerte, y a pesar del dolor de su pérdida, nos hace más libres.
Los aficionados a los toros sabemos que eso puede suceder aunque no lo deseemos, sabemos que se muere de verdad en esta Fiesta que amamos, pero se hace necesario que se visualice en el exterior de vez en cuando para darle sentido a la defensa que de ella hacemos.
No tenemos que defendernos ante quienes no comprenden que el rito es mucho más que un espectáculo, la sangre derramada por los toreros da fe de que acuden a la plaza a triunfar o morir. Ese es el motivo que les empuja a pisar la arena de los ruedos del mundo.
No es predecible en dónde ha de pagarse la cuota que corresponde al sagrado rito de la vida o la muerte con el toro. Todas las arenas son calientes cuando se enfrentan toros y toreros. No existe la frialdad en el enfrentamiento y esa arena caliente es un fiel testigo de la pasión de ese momento.
Cuando cae el toro, como cuando cae el torero, lo hace sobre la caliente arena, el sol se encarga de purificarla para permitir que el rito, nacido de la pasión de un hombre por alcanzar niveles de mito o de héroe, sea un rito cierto, no una escena de teatro al aire libre. La única libertad está en jugarse la vida delante del toro.
Esa verdad tan rotunda es la que les hace más libres a ellos, los toreros, que se juegan la vida cada día a las cinco -en el poema de Lorca- o si acaso un poco más tarde. Pero, no hay duda, se juegan su vida. Por supuesto, también nos hace más libres a todos los aficionados, quienes elegimos esta representación real antes que otras representaciones fingidas.
Por eso existen aficionados más exigentes o talibanes, para que nada en el toreo sea fingido. Al toro hay que respetarle en su plena integridad y el torero acometer su actuación sin menoscabar los derechos del toro y asumiendo, 100%, su enfrentamiento sin ningún fingimiento.
Entonces se hace la luz y nadie desde el exterior podrá privarnos de ser libres eligiendo acudir a las plazas de toros. Léanlo quienes quieren atacar la libertad de los toreros o de los aficionados. Iván, tu máximo sacrificio bien valía este escrito. Por siempre, TORERO.
