El origen de la capa de torear
En el año 1701, Felipe V viaja a España para tomar posesión del trono. De camino, en la ciudad gala de Bayona, se celebra una corrida de toros navarros en su honor y durante la lidia se comienzan a ver los lances de capa de El Licenciado de Falces que posteriormente serán inmortalizados por Goya en un aguafuerte. Es el origen del actual toreo de capa.
Funciones de la capa
El toreo de capa tiene unas funciones espaciales muy definidas durante la lidia. Parar, fijar y poner en suerte. La capa brinda lances de seriedad estética, de una profunda amplitud espacial y de una gran riqueza semántica e histórica debido a los nombres que se le han ido dando a los lances.
La presentación del toro en el albero impacta por fuerza. La aparición del diestro con la capa es menos impactante, menos poderosa y más callada pero más serena y racional. La capa infiere al diestro una figura enérgica y segura; Obliga por peso a ser sujetada con ambas manos, por anchura a medir la distancia entre los brazos y por altura a mantener una pose recta o ligeramente inclinada según el lance.
El cite se realiza de lejos, espacio largo y tenso que se achica para marcar el lugar de encuentro. Se reproduce la enérgica embestida del burel contra un freno en movimiento que es la capa en manos del torero. La violencia de la embestida se ralentiza y el espacio del animal y del hombre se comparte. Este espacio-encuentro encierra una gran fuerza vital y racional. Comparten el toro y el torero la soberbia y la altivez pero de una manera muy diferente, irracional el primero y racional el segundo. Podemos hablar de un espacio tenso y vivo en su esencia y profundamente estético en su envoltorio.
Los tipos de lances de capa
Numerosos son los lances de capa que alberga el arte del toreo. Destacar por belleza tanto estética como semántica-histórica la Verónica; Lance que recibe su nombre por la imagen de Verónica asiendo con sus manos el paño en el que quedó estampado el rostro de Jesucristo y que se realiza sujetando y adelantando la capa con ambas manos, sacando hacia atrás la pierna contraria con el fin de atraer la embestida y finalizando el lance adelantando la pierna anteriormente retrasada quedando así el toro colocado para la siguiente Verónica. La chicuelina, cite idéntico a la Verónica que remata el diestro girando en sentido contrario cuando el toro mete la cabeza y vistiéndose con la capa. La Gaonera, con la capa sostenida por la espalda, con una mano recogida en la cintura y la otra extendida marcando la embestida y la velocidad del toro. Los Faroles, las Largas, las Largas cambiadas, las Navarras, la porta Gayola, la Mariposa, el Delantal, los Naturales, las Cordobesas, los Recortes, los Galleos, la Aragonesa, la Tijera, la Tijeriila de rodillas, Abanicar… y tantos y tantos lances con sus inseparables historias y tardes.
El toreo de capa es una de las mayores delicias estéticas con las que cuenta el Arte de Toreo. Es un marco perfecto para sentir en el espacio la fusión de fuerza y razón. Y un momento perfecto para sacar ese Olé sentido que nace de dentro.
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