CÁTEDRA DE ENRIQUE PONCE
“No fue de diez, sino . . . de once.”
Allá, en Zaragoza, España,
salió el sol de la mañana,
en la Feria del Pilar,
Enrique Ponce, . . . ni hablar.
Bien centrado, sin alarde,
en una torera tarde,
súper cátedra dictó,
de nuevo, se doctoró.
Inconmensurable lidia,
todo entrega, oficio, alquimia,
en tendidos, prendió lumbre,
subiendo el arte a la cumbre.
Máster, plena tauromaquia,
la experiencia troca en magia,
tal como los buenos vinos,
rancios, maduros, divinos.
Treinta años, de ser figura,
firme estampa, pulcra hechura,
Don Señor, dueño de Plaza,
gran repertorio que abraza.
Pase bello, tersa gema,
la tela posó en la arena,
pliegue, despliegue, uniforme,
habrá que ponerle nombre.
La suerte, de “Palomita”,
a admirarlo nos invita;
faena, muy elegante,
con “Poncina” a “Fabricante”.
Divisa la de Juan Pedro
Domeq, cuyo gen celebro,
astado de arrastre lento,
¡bravo!, reconocimiento.
Torero, diestro, de ingenio,
obtuvo triunfo, sin premio,
no hubo rabo, no hubo orejas,
tampoco indulto, ni quejas.
La afición no desatina,
ante una brega tan fina,
la afición no desatina,
ante la biblia taurina.
Por, casi, la perfección,
la vuelta al ruedo, ovación,
fiel entrega de la gente,
el trofeo más evidente.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
Ciudad de México, a 11 de octubre del 2016
Reg. SEP Indautor No. (en trámite)
Foto: Fabián Simón
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