La mujer en el mundo del toro
A pesar de los vetos, las críticas y las dificultades sufridas a lo largo de la Historia de La Tauromaquia, la mujer siempre ha estado presente en los ruedos, si bien su papel se ha visto permanentemente sujeto tanto al rechazo social como a distintas prohibiciones según las épocas.
Ya en el Siglo XVII se tienen referencias de varias mujeres enfrentándose a un toro, aunque siempre a caballo, pues parece que era considerado ‘indecoroso’ que lo hicieran pie a tierra. Francisca García y Nicolasa Escamilla ‘La Pajuelera’, ya en la siguiente centuria, son los primeros nombres propios del toreo femenino. Esta última además fue inmortalizada por Francisco de Goya en un grabado de la colección La Tauromaquia realizado en 1816 y que se conserva en el Museo del Prado.

El Siglo XIX da paso a las cuadrillas de mujeres toreras, que intervienen con notable éxito en distintas plazas. Las más destacadas fueron la primera, dirigida por Francisca Coloma, que ejercía como picadora y banderillera, hacia 1840, y de la que formaron entre otras Jorja García y Ramona Castelló, la de la banderillera Martina García ‘La Maestra’, a la que se considera primera mujer que toreó reses bravas, y ya a finales de siglo la cuadrilla de mujeres que dirigían Lolita Petrel y Angelita Pagés, que llegó a presentarse en la vieja plaza de Madrid el 12 de septiembre de 1895.
Dolores Sánchez ‘La Fragosa’, Dolores Pretil ‘Lola’, Ignacia Fernandez ‘La Guerrita’, María Salome Rodríguez ‘La Reverte’, Adelaida Ángela Pagés o Tomasa Prieto fueron otras destacadas antes de que, en los albores del Siglo XX y como consecuencia del éxito que dichas cuadrillas estaban disfrutando, fruto precisamente del predicamento obtenido, se origina de modo paralelo una oposición a la profesionalización de la mujer torera, en especial, por parte de los propios matadores.
Así, el 2 de julio de 1908 se dicta por Juan de la Cierva, ministro del Gobierno de Antonio Maura, una Real Orden por la que se prohíbe torear a las mujeres, decisión fundamentada en el hecho de que el espectáculo era ‘impropio’ y ‘opuesto a la cultura y a todo sentimiento delicado’. Lo curioso fue que algunas de ellas continuaron haciéndolo, como fue el caso de ‘La Reverte’, que para seguir en los ruedos adoptó el nombre de Agustín Rodríguez.

En 1934, con la llegada de la II República, se levanta la prohibición, gracias en parte a una campaña de firmas llevada a cabo por Juanita Cruz, principal baluarte del toreo femenino de la época y sin duda una de las matadoras más importantes de la Historia, pues, llegó a contar con el apoyo de Marcial Lalanda, toreó con Manolete y superó las cincuenta actuaciones en los años 1934 y 1935. Sin embargo, una vez concluida la Guerra Civil, se reactiva en 1940 la prohibición de torear a pie para las mujeres, un veto que no se levantará hasta 1974.

En estas tres décadas emerge la figura de Conchita Cintrón, quien debido a la ley imperante en la posguerra sólo pudo actuar en España como rejoneadora, si bien allende nuestras fronteras demostró destreza y habilidad manejando las telas. Debutó en la limeña plaza de Acho en 1936 y toreó casi 800 festejos en Colombia, México, Francia, Venezuela, Perú y Portugal. Aunque en España sólo pudo intervenir a pie en festivales de tinte benéfico, la conocida como ‘La Diosa Rubia’ lo hizo acartelada con figuras de la talla de Juan Belmonte, Antonio Ordóñez, Antonio Bienvenida o Manolo Vázquez.
Otro nombre clave en esta cronología del torero femenino es el de la alicantina María de los Ángeles Hernández, ‘Ángela’ en los carteles, quien en 1972 encabezó una lucha para abolir la prohibición que impedía a la mujer vestirse de luces. El 10 de agosto de 1974, el Ministerio de Gobernación emitió una orden decretando la suspensión del artículo 49 párrafo C del reglamento taurino de 1962. Ángela fue la primera mujer en obtener el carnet de matador en España y pudo debutar en firme el 15 de septiembre de 1974.

A raíz de su lucha florecieron otros nombres, entre ellos Rosarito de Colombia, Alicia Tomás -recientemente fallecida- Mari Fortes -madre del matador Saúl Jiménez Fortes- y sobre todo la albaceteña Maribel Atiénzar, que toreó seis tardes en Las Ventas y cinco en Sevilla, cortando orejas en ambas plazas, antes de marcharse a México para tomar la alternativa. Ella fue, ya en los albores de los ochenta, el referente de la época dentro de una cadena que estaba a punto de llegar a su eslabón más importante: Cristina Sánchez.
Formada en la Escuela de Tauromaquia de Madrid, de donde ya habían salido en años anteriores algunas novilleras, como Yolanda Carvajal, Cristina llamó la atención desde sus primeras apariciones en público a principios de la década de los noventa. Ganó un buen puñado de certámenes como becerrista, debutó con caballos con ambiente y, ya con los montados, salió en hombros en su presentación en Las Ventas la noche del 8 de julio de 1995. Su alternativa, el 25 de mayo del año siguiente en Nîmes, de manos de Curro Romero y en presencia de Manzanares, fue todo un acontecimiento, que emitió en directo Televisión Española.
En sus primeros años en el escalafón superior toreó un gran número de festejos, tanto en España como en América, donde gozó de un gran cartel. Se presentó en La Maestranza de Sevilla, confirmó en La México… si bien en los años siguientes encontró reticencias por parte de algunos compañeros y más dificultades para hacerse un hueco en las ferias, a pesar incluso de su brillante confirmación de alternativa en el San Isidro de 1998. Por eso, la temporada siguiente anunció su retirada, que llevaría a cabo el 12 de octubre en la plaza de Las Ventas.
Si la de Cristina fue la primera alternativa de una mujer en ruedos europeos, la malagueña Mari Paz Vega fue la pionera en doctorarse en España, y además, en hacerlo de manos de otra mujer, pues fue la propia Cristina quien le otorgó la borla de doctor (doctora en este caso) en la plaza de Cáceres en 1997. Años después, en el verano de 2005, también confirmó alternativa en Las Ventas, siendo la segunda, y a día de hoy la última en hacerlo. Torera recia y de buen oficio, ha dado la cara con encierros fuertes y serios en plazas como Málaga o Zaragoza, donde llegó a salir en hombros, y ha triunfado con asiduidad en cosos de la provincia de Venezuela, Perú y México, donde consiguió igualmente ratificar su doctorado en el coso de Insurgentes.
Después, otras mujeres, ya en el Siglo XXI, llegaron a tomar la alternativa, entre ellas Raquel Sánchez, Sandra Moscoso, la peruana Milagros Sánchez, Conchi Ríos -primera en cortar dos orejas a un mismo astado en Las Ventas, cuando aún era novillera- Rocío Romero, y en América, Marbella Romero, Hilda Tenorio, Lupita López, Karla de los Ángeles… pero ninguna de ellas ha alcanzado predicamento delante del cuatreño. Ahora siguen su estela como puntales más destacados la salmantina Raquel Martín, la toledana Estrella Magán, o la madrileña Olga Casado, que aspiran a continuar y prolongar esta historia de autenticidad y superación.

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