Espacio y toreo
Tanto la Arquitectura como la escultura o la pintura el toreo se concibe como un arte definido por espacios. Su propósito es ser capaz de enseñar lo que no se percibe de manera figurativa sino abstracta.
La concepción actual sobre el Espacio es un producto de la mente griega. De acuerdo con esta concepción vemos las cosas, las personas y los objetos pero no el Espacio. Este pensamiento, esta concepción, esta manera de explicar el Espacio da lugar a una nueva ciencia, la Geometría, basada en el estudio de las propiedades y de las medidas de las figuras en el plano o en el espacio. El Arte del Toreo mantiene viva esa concepción del Espacio y actualmente es una de las escasas disciplinas artísticas que siguen brillando por méritos propios.
La Lidia tiene lugar en un Espacio determinado-cerrado. La Plaza en sí es un recinto cuyo poder se concentra en su epicentro, el ruedo. Todas las miradas y las atenciones están puestas en la arena. Si una persona entra en una Plaza de Toros vacía es lógico que su atención se concentre en el ruedo puesto que las líneas geométricas trazadas en el espacio se concentran en ése punto. La Lidia da sentido a esa cavidad.
Desde que se inaugura el paseíllo cada centímetro del ruedo adquiere un sentido, una función, un orden. El Espacio se siente jerarquizado con el paseíllo; Orden y posición, principio y fin, izquierda y derecha, antigüedad y veteranía. Todo es comprensible en la fiesta, todo es explicable mediante el análisis espacial, todo, excepto esos momentos en los que se crea la atmósfera y las circunstancias que desembocan en Arte puro.
Nos encontramos ante una lucha, una demostración de valentía y superioridad del hombre para con el animal bravo. Con el Toro ya en el ruedo, ya Señor, ya Dueño del Espacio, el Torero estudia sus querencias, sus movimientos, su envergadura y sus armas. El Matador recibe al Toro sirviéndose del capote cuyo fin espacial es el de parar, fijar y poner en suerte al toro. El ruedo se convierte en un Espacio trágico lleno de sentimientos como el miedo, la esperanza, la alegría y la tristeza.
La suerte de varas en el primer tercio constituye una de las acciones más violentas del Toreo; El Toro Bravo arranca y arremete brutalmente contra el caballo. La distancia que observamos antes de la acometida se va cerrando a medida que el animal se acerca, el Espacio se achica hasta que se unen Toro y Caballo-Picador. Es la destrucción de un Espacio reservado a la lucha. Es un Arte el del Toreo que no permite la indiferencia, que obliga a comprender al menos qué está pasando. La lucha tiene un sentido, el Arte, la búsqueda de sensaciones brutales necesarias para derivar en ese respiro contenido, sublime y humano.
Tercio de banderillas, el Toro respira, toma aire. Es un Tercio en el que el Torero se enfrenta al Toro en un Espacio limpio y en movimiento. Hasta quince maneras de poner banderillas se cuentan; Todas con sus diferentes riesgos y espacios, entradas y salidas.
Con la muleta arriba la pelea final. El poder del Toro contra el poder del Torero. Todo el estudio anterior, todos los Tercios y todos los análisis espaciales se concentran en el ruedo para dirimir la lucha. Saber quién manda en el Arte del Toreo es un fin en sí mismo, un reto que el Torero se impone y que concluye con la suerte suprema digna de un suicidio salvado por el Espacio.
No es posible darle una razón pura al Arte del Toreo. La comprensión, el estudio geométrico de un pase implica el entendimiento del riesgo, del valor y de la valentía pero no puede explicar ese algo más que encierran las obras de Arte puras plenas de aire, de movimiento y del Todo.
Así reza el escultor Jorge Oteiza en su obra “Quosque Tandem…!”:
“Hay una evidente relación estética entre la lucha del artista con el Espacio (agoramaquia) y la del hombre con el Toro. No es un dominio directo, una caza. Es una suerte (estética) con trampa, con engaño. Algo también íntimamente relacionado con la suerte (la gracia, religiosa) de acercarse el hombre a Dios. (“Tretas para cazar a Dios”, San Juan de los Ángeles). Dos terrenos: el del artista y su muro, el del hombre y el toro. El del hombre y Dios. Dos estilos: en un terreno o en el otro. Una técnica, la misma: citar, templar y dominar (terminología de la tauromaquia)“
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